26 noviembre 2005

LA RUTINA




Si explicamos el crecimiento de un ser vivo en términos científicos, sólo nos referimos a su fisiología: nacer-alimentarse-crecer-reproducirse-morir. Punto. No hay más que decir. Pero del punto de vista de uno mismo (que siempre tiende a exagerar las cosas) al ir creciendo, crecen los problemas, los disgustos, los amores, las desilusiones; resulta que anoche salí con mi ex, del que estoy enamorada, el que no me pesca, que me hace sufrir y conversamos acerca de nosotros y nuestras posibilidades de tener una relación de pareja o algo semejante. Me contestó que tal vez ahora no, porque el quería cambiar algunas cosas de su vida y su comportamiento hacia mi y también con respecto a su vida. Y a la hora siguiente me envía un mensaje de texto diciendo que mejor que dejemos ese tema ahí no más, que no vale la pena discutirlo más. Me dio mucha rabia el mensaje, este estúpido está jugando con mis sentimientos, pero me deja tan mal que no soy capaz de decirle que no, que se vaya, que se aleje de mi y no me haga sufrir las penas del demonio con su comportamiento infantil, sádico y cruel. Pero a veces me dice que me quiere (y mucho) y otras veces me dice que le gustaría cambiar para poder hacerme feliz, porque él se da cuenta de que yo sufro mucho, pero le cuesta mucho cambiar. NO ENTIENDO NADA. Esta historia se parece mucho a la siguiente:

las hojas de otoño no habían caído aún, pero se sentía un escalofrío tremendo salir a la calle: todos los sentimientos se habían retirado del mundo para reunirse a conspirar en contra del amor...el odio, la envidia, el miedo, todos y cada uno de esos sentimientos rivales al amor. Intentaron uno a uno destruír al amor, múltiples estrategias y subterfugios, trampas, golpes bajos y otras maniobras.
No obstante, muy a pesar de estos conspiradores, el amor simpre triunfaba. Hasta que apareció un sentimiento vestido completamente de negro, con sombrero de ala ancha y botas que intimidaban hasta al más malévolo de los sentimientos; tomo al amor y lo mató lentamente, pero sin piedad, sin compasión y luego, como si esto fuera un hecho del cual enorgullecerse, se inclinó ante la concurrencia presente en el salónpara luego retirarse sin mirar hacia atrás. El Miedo y el Odio que se encontraban al fondo del aposento preguntaron que sentimiento era aquel, que tan despiadadamente había destruído al amor; los otros respondieron "ese sentimiento es la rutina".