05 febrero 2006

LA CARIDAD COMIENZA POR CASA


Estoy tan feliz!!!! mi perrita Josefina ya se ha recuperado casi completamente. Rescatada de las garras de la muerte, sólo queda hacerla subir de peso, ya que perdió demasiado (su enfermedad consistió en Ebola perruno). En fin, me encontraba viajando hacia el veterinario que atendió a la susodicha mascota, con la finalidad de controlar peso y vacunas, acompañada de mi hija y sobrina; la intención era comprar una lámpara de velador para mi bebé y de paso sacar a pasear a la Florencia que está muy pesada y dejar descansando a mi mamá. Fue un paseo bastante molesto, llevar a la Josefina con cuidado por las calles curicanas, llevar en brazos a la Florencia porque se quedó dormida y no podía dejarla sola. Llegué a la consulta del veterinario, el cual señaló que la pequeña está sana, que la próxima semana debo vacunarla contra el resfrío y otros males, que le de harta comida para que recupere el peso, que juegue, en fin, que vuelva a ser la perrita hermosa que fue antes de enfermarse por culpa de mi negligencia (debí haberla vacunado hace como 2 meses).
Por otra parte, fuimos con mi primogénita hija, mi primogénita sobrina y mi primogénita perra al supermercado a comprar varias cosas que necesitábamos con urgencia; leche, verduras y juguetes (en orden de importancia). Luego, derivamos en otras tiendas buscando otros adminículos, aprovechando el viaje. Después de esta agotadora tarde con mis tres pasajeras, me dirigí a la bencinera más cercana a mi hogar y que es donde se supone que atienden mejor; para mi absoluto asombro y sorpresa, los bomberos (bencineros) se encontraban conversando animadamente con otro cliente que, sospecho, era mucho más importante que nosotras. que rabia sentí al tener que esperar para que al obrero le diera la real gana de atenderme; me sentí discrminada, abrumada, angustiada, "siempre acudo acá porque es donde mejor lo atienden a uno" pensé; las mujeres de los 60's me habrían ayudado con una senda protesta contra estos hombres abusivos y despreciables, que en vez de atender los pedidos de una dama, prefieren conversar y charlar quizás de qué estúpido tema con un desconocido afuerino; la dama aguardaba y los tontos conversaban, encendí el motor y me fui, con toda mi rabia a cuestas deseándole lo peor a aquellos brutos que no quisieron atenderme. Tengo super claro que ellos no representan a la masa masculina, pero son dignos representantes de la estupidez humana. Yo creí que me iba a atender a mi primero, ya que soy de la zona.